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ISSN 1989-4163

NUMERO 87 - NOVIEMBRE 2017

Que Llegue el Verano, ¿no?

Rosa María Ortega

Tremendas ganas tengo de que llegue el verano y 40 a la sombra… que no te haces una idea. Así, de cuajo. Ya ves, y en noviembre que estamos. Pues no quedan caracoles que salir cuando llueva… Para qué mentir. Yo me quiero bañar. Con agua fresquita y Lorenzo, que para eso soy yo nacida en San Juan Procalor. Total, que con la cosa me viene a la reminiscencia el verano pasado, cuando recibimos un biquini en la empresa donde trabajo. Y anda que no dio vueltas por despachos. Un señor biquini de la 44 con unas copas de sostén harto prominentes que las señoras de edad de la oficina observaron con detenimiento y nada parsimoniosas, porque querían ellas sacar provecho al error del envío y quedarse alguna, cuyas tetas cupieran o cupiesen en la susodicha prenda, con el traje de baño en cuestión. Pero no. Al final se lo enviamos de vuelta al cliente que, en realidad, se lo había comprado a su hija, y había cruzado paquetería con nosotros, así es que su hija debió de recibir en su lugar un pagaré de suculenta cifra, y salió ganando 3 leches, porque nosotros, lo que vendemos, es material de construcción, que cuesta infinitamente más dinerito que un mierda de biquini. Cosas que pasan. Bueno…la gente, que tiene unas extrañezas encima… Aunque yo tengo más. No de índole biquinera, pero sí, por ejemplo, de bolsos. Una vez fui al cine con un ligue y antes comimos algo en un MacDonalds. Desde entonces, y hace 14 años, no entro en uno, así es que eso te da una ligera idea de lo poco o nada que me gustan las hamburguesas Macdonalquianas. Pero la cosa es otra. La cosa es que me zampé la hamburguesa guarra con patatas tan rápida que casi me sale el cerdo por la traquea, porque en un establecimiento de comida rápida tienes que comer rápido, que para eso entras. Que si quisieras comer lento y masticar bien, tendrías que entrar en uno de cuchillo y tenedor. Pero bueno, que había que comer rápido porque empezaba la película y llegábamos tarde al cine. Así es que la puta rapidez hizo que me dejase el bolso en la silla. Hoy me estoy pasando 3 cañones por banda con los vocablos soeces, pero bueno, mira, me ha dao por ahí. La cosa es esa. Que me dejé el bolso, con mi documentación y todo, claro. Aunque también te digo que ahora voy por la vida igual de indocumentada que entonces, aunque lleve el bolso encima, porque miDocumento Nacional de Identidad está caducado, y no me han dado día y hora para renovarlo hasta dentro de 3 meses, ¿qué te parece? Soy una sin papeles en toda regla, válgame la paradoja de la idea. Total, que mi ligue de aquel día, naturalmente, no lo fue de ningún otro día más, a tenor de las circunstancias y la poca destreza de echarme una mano en memoria con lo del bolso, y no al culo, como viene siendo lo propio de la neurona masculina. Que el culo sí me lo tocó. Además, de todas formas, llegamos tarde a ver la película, que tampoco era un Buñuel ni un Bertolucci. Cheque en blanco. Mira que me gusta el cine… Pues, por donde la vieras y al minuto que la cazases, era un asco de película. Un mocoso de 11 años que se hace con un cheque en blanco que cubre los daños de su bici, y el menda va y le añade ceros a punta pala y entra en el Banco con su gorra y su pinta mocosa a que se lo hagan efectivo. Dime tú a mí el lumbreras que vio sentado en la taza del wáter una noche lo del condensador de fluzo y dijo: “de esto hago yo un guión para Hollywood”.

   Bueno, que a media peli salí del cine a buscar el bolso al MacDonalds, que lo sepas. Porque tenía mocos, y no tenía kleenex, y ahí fue cuando me di cuenta de que me había dejado el bolso. Qué cosas, ¿no? Pero eso es bastante normal. Es peor que te roben el bolso, porque robar no está permitido. Es delinquir. Es como cuando mi amigo, que no voy a decirte quién es porque se puede cabrear mucho si le saco del anonimato, pregunta: “¿Hay alguna manera fraudulenta de hacer esto?” Y lo dice muy a menudo, eso. Mira, tú, tiene que haber de todo en la viña del Señor (no sé de dónde coño viene esta expresión, pero creo que es la primera vez que la utilizo. No creas, no me entusiasma, pero por una vez, no va a pasar ná, ¿no?). Bueno, pues te decía que tiene que haber gente espabilada y gente tonta. El pizzero es tonto, por ejemplo. Tiene una tontura considerable. El de mi barrio, digo. A veces se pasea con la moto arriba y abajo de la calle, hasta que se cansa y se baja a preguntar por el nº 9, que no lo encuentra, que del 8 pasa al 10 y no ve el 9 por ningún lao.

   En fin… a ver si llega el verano de una puta vez.


Verano

 

 

 

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